Restaurante Alegrías, en Quintanar del Rey (Cuenca)


Restaurante Alegrías, en Quintanar del Rey (Cuenca)
Situado en el número 144 de la calle príncipe de esta localidad manchega, , junto a sus imponentes salones de banquetes, enmarcado en una tierra de grandes vinos tintos y por su puesto de buenas yandas, en pleno corazón de la denominación de origen Manchuela, en el que pude disfrutar por motivos de trabajo, de una muy interesante comida el pasado Jueves 19 de Septiembre 2019.



Nada mas pasar por la puerta, rápidamente podemos percibir el alto nivel que se ofrece en este local, tanto por su decoración como por el trato muy profesional que todos los empleados llevan a cabo. Ya que desde la persona responsable de la barra, hasta los camareros responsables de atender el comedor, conocen perfectamente los detalles del buen servicio y de la perfecta atención al cliente. Sinceramente es un enorme placer poder ser atendido con tanta atención y delicadeza, sin dejar pasar por alto, ningún simple detalle. Un trabajo bien hecho, cercano y de mucha escuela.


Por supuesto, lo siguiente que llama la atención es su imponente bodega acristalada, presidiendo el comedor, con una extensa selección de grandes vinos manchegos y también como no podía ser menos, con otras muchas buenas referencias de otras procedencias geográficas y denominaciones de origen, un amplio surtido muy connotativo del gran nivel gastronómico que aquí se ofrece.


Al tomar asiento fuimos rápidamente atendidos por uno de los dueños, no recuerdo su nombre, pero no olvidaré la enorme pasión con la que vendía las opciones de su carta a los cliente, y su cara de entusiasmo al entregar en cada una de las mesas, los platos que iban saliendo de cocina.
Por describir un poco los primeros entrantes, fuimos tomando al centro de mesa un plato de jamón ibérico debidamente cortado a cuchillo, junto a pan tostado y tomate rayado, unos montaditos de ensaladilla rusa con boquerón en vinagre sobre rosquilleta de lazo, y una buena ensalada tomate del terreno, ventresca de bonito, aceitunas y unas sorprendentes cebollas de aperitivo maceradas en vinagre balsámico cuales se pueden ver de color marrón, en la parte superior derecha de la foto.


Seguidamente, también al centro, nos fue servido une de los platos más característicos de la gastronomía manchega, como lo son las mollejas fritas con ajetes tiernos, un plato tradicional que merece la pena descubrir y saborear, ya que son textura muy crujiente, deja paso rápidamente a un sabor envolvente y muy peculiar, que con el paso de los bocados, rápidamente nos damos cuenta que este plato sabe a poco.


A continuación llegó la hora del plato principal.... después de barajar numerosas opciones todas ellas tentadoras y atractivas tanto en carne como en pescado, finalmente acerté con un chuletón de ternera blanca, cocinado al fuego de leña, por supuesto en un punto de cocción bastante leve para poder saborearlo como se merece junto a su textura muy delicada, tierna y fundente. Su guarnición resultó discreta pero suficiente, los pimientos me parecieron muy acertados y las patatas a estas alturas de la comida, se quedaron en el plato como un elemento puramente decorativo.


Los vinos para la ocasión fueron, en primer lugar un Tinto cosecha 2018 de nombre comercial Zaino, elaborado con uvas Tempranillo y Syrah, de color vino, elegante y matices todavía joviales, con una carga aromática sobresaliente, fruta muy elegante, potente y equilibrada, sin duda una muy grata sorpresa, ya que no es fácil encontrar un vino tinto joven tan interesante. El segundo vino de nombre comercial Quinta Regia, elaborado únicamente con uvas de la variedad Bobal, se mostró ligeramente reducido en sus compases iniciales, pero poco a poco fue transmitiendo sus notas de crianza, con una ligera aportación de tostados y vainilla, bien integrado con su fruta, un conjunto algo mas discreto que el anterior vino degustado, pero sin ninguna intención de desmerecer este último. Ambos vinos elaborados por la cooperativa de esta localidad de 3.000 habitantes, Bodega San Isidro bajo el sello de calidad de la denominación de origen Manchuela 


La nota dulce para terminar, pese a mi negativa inicial de tomar postre y después de la ardua insistencia del camarero por hacerme tomar uno de sus trampantojos (para quien no sepa lo que es un trampantojo, esto se define según el diccionarios de la Real Academia de la lengua Española, como trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es.) Mi cara fue todo un poema al ver un champiñon blanco sobre una base terrosa, pero nada más lejos de toda ilusión, al hacer mella con la cuchara rápidamente descubrí el secreto que se escondía en su interior, un moldeado de clara de huevo (y algo más) con una textura esponjosa que aguardaba en su interior una deliciosa muestra de mango y todo ello sobre un lecho de crujiente galleta con intenso sabor a mantequilla, solamente una palabra para definirlo, delicioso. Y si además profundizamos nuestros conocimientos, esta localidad es un muy importante productor de champiñón, por lo que este plato simboliza, junto al cultivo de la vid, uno de los principales motores económicos de esta localidad.



Por norma general en la región de Castilla la Mancha es difícil equivocarse a la hora de buscar un sitio donde comer bien, ya que su gastronomía es tan variedad y de tanta calidad que lo difícil es comer mal, pero si además buscamos un lugar acogedor, bien decorado, muy limpio y con un equipo tan profesional, este es el lugar indicado para disfrutar de una experiencia gastronómica muy completa, tomo nota de este lugar para volver tan pronto como pueda ya que me quedé con las ganas de probar otras muchas opciones, tan apetitosas como las descritas en este post.

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