Restaurante La Posada de Águeda.
Situado en la carretera N-III sentido Madrid - Valencia en el Km 283 de la localidad valenciana de Requena (Valencia) y en el que vine a comer con mis amigos Sebas y Sami, el Miércoles 13 de Abril 2016.
Sinceramente "La Posada de Águeda" es de estos sitios que por su aspecto exterior excesivamente sencillo y por desgracia poco señalizado, inspira ligeramente a desconfianza, ya que no aparenta desde fuera, lo que vamos a encontrarnos una vez dentro. Ya cruzando el umbral, apreciamos un local de dos salas bien decorado, ambiente muy acogedor y servicio mejorable aunque muy profesional. Fuimos los primeros comensales del día y se nos acomodó en una de las pocas mesas que no estaban reservadas. Sinceramente citar a su favor, que durante este servicio, el local rozó el lleno y eso a día de hoy, y para un local de este perfil, ya habla bien por si sólo. Nuestra mesa con vistas nos permitió gozar de un lindo paisaje durante las casi dos horas que permanecimos sentados a la mesa.
Seguidamente a hojear su carta, ya vimos que este lugar puede presumir de variar sus platos de la misma con mucha frecuencia, un detalle muy valorado hoy en día para evitar caer en la monotonía gastronómica en la que muchos restaurantes, sin darse cuenta, a día de hoy no han sabido corregir.
Aunque no vendría mal poner la citada hoja o carta, en alguna carpeta o llevarla a la mesa con tapas rígidas, por las cosas del diseño, de la imagen y de las buenas impresiones.
El vino elegido, Tinto Martinez Bermell monovarietal de uva Merlot cosecha 2014, elaborado por la bodegas Vera de Estenas adscrita en D.O Utiel- Requena, pero concretamente este vino se elabora bajo el sello de calidad de D.O.P Vino de Pago Vera de Estena. Excelente porte en copa con un color de capa alta y unos matices francos en nariz, con aromas limpios y muy bien definidos. Sensación frutal muy potente y elegante, conjugada con matices tostados muy bien integrados. En boca es de peso medio, recorrido largo, estructura correcta aunque de poco volumen, capacidad secante baja y postgusto muy largo, con gran concordancia de matices, previamente ya descritos en su fase olfativa. En conjunto, un vino de autor muy bien elaborado y fácil de tomar.
A continuación, deliciosas croquetas de jamón y setas, presentadas en unas graciosas cestas metálicas, emulando pero en tamaño más reducido, a aquellas utilizadas para el uso de las freidoras. , Señalar con gran entusiasmo que no estaban nada aceitosas, con una textura exterior muy crujiente y en su interior una deliciosa crema bechamel, bien equilibrada con los demás ingredientes citados y que en conjunto nos dejó gratamente sorprendidos, ya que no es habitual encontrar unas croquetas tan bien cocinadas.
Acorde al plato anterior, también pedimos unos muy llamativos buñuelos de bacalao con ajoaceite, conjunto muy ligero, llegando incluso a parecerse a un "souflé". Textura crujiente y relleno obtenido gracias a la unión de patata y bacalao. Un conjunto muy sabroso y muy bien acompañado con el resalte aportado por al sabor del ajoaceite, ya que si no se llega a potenciar un poco el sabor, estos buñuelos pueden resultar algo planos.
Como último entrante se pidieron unas alcachofas salteadas con jamón, de presentación sencilla a la vez que rústica. Un buen plato con una excelente materia prima, junto a una buena elaboración. Llamó mucho la atención, la textura tan tierna y un sabor potenciado con las notas de jamón. Un muy buen plato de temporada, que desde aquí animamos sinceramente a probar. Ya que pese a que sin ser nada del otro mundo, demuestras que a veces con muy poco, se puede llamar mucho la atención.
Para el plato principal, me costó bastante decidirme ya que entre las opciones de dos buenos pescados propuestos, unas muy apetecibles variadas carnes, y teniendo en cuenta que sumado a los citados entrantes no quise abusar de la confianza de mi estómago, opté por el teóricamente plato menos difícil. Chuletas de cordero, presentadas con unas muy crujientes patatas fritas, tomate asado y unos pimientos de padrón. De este plato hay que poco que decir, además viendo la foto, la imagen habla por si sola. Una carne muy tierna y sabrosa, junto a una copiosa guarnición, un conjunto digno de un plato de menú o incluso también pensar que con eso sólo, también habría comido bien...
Para poner el broche a esta más que generosa comida, el postre fue un sirope casero de frutos rojos, sobre una textura de yogur griego, presentado con una fresa cortada y una hoja de hierbabuena. Sabor y cremosidad fueron de la mano para poner el punto y final a mi primera experiencia gastronómica en este muy buen restaurante. Sin duda he quedado para volver pronto y más sabiendo que los platos de la carta son cambiados con gran frecuencia. Y por decirlo todo, el precio al final no resultó para nada prohibitivo.
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