Restaurante Casa Francisco, en Socuéllamos (Ciudad Real)
Situado en la C/ San Francisco, 69 de esta localidad manchega, en el que fui a comer el Miércoles 15 de febrero 2017. Con apariencia de bar de pueblo, este muy buen restaurante es a día de hoy un lugar muy llamativo y atractivo, para venir a disfrutar de una materia prima de primer nivel, elaborada de una manera cuidadosa. Al los pocos minutos de entrar, para abrir boca ya teníamos sobre la mesa unos platos de tomates de huerta troceados, junto a unas deliciosas anchoas del cantábrico. En otro plato, unas cortadas de cecina de León
Una de las cosas mas curiosas y anecdóticas fue el momento de elegir el plato principal, ya que en lugar de perderse entre las letras de la carta, se nos acercó Paco, el dueño, ayudado por una camarera con unas bandejas de carnes y pescados, todo ello muy fresco y apetitoso, para sugerirnos diversas posibilidades para el plato principal, y claro ante tanto y tan bueno, uno se debe decidir rápido, pero os garantizo que con cualquiera de las opciones propuestas hubieramos ampliamente acertado. ¿Sabéis ya que me pedí?... luego os lo cuento!
Seguimos con los entrantes, para continuar abriendo boca unas pocas gambas arroceras a la plancha, que con lo que debo reconocer que últimamente me cuesta mucho encontrar en la costa mediterránea, pescados y mariscos tan frescos y a tan buen precio, como el que consigo tomar en estos pueblos manchegos.
Seguidamente, sirvieron un delicioso magro de cerdo cocinado en salsa de tomate, una verdadera delicia, ideal para incluso mojar ese pan de hogaza, tan bueno, tan raro y tan peculiar. Por añadir una nota curiosa, este plato lo estaban sirviendo este día como tapa de la casa para acompañar la cerveza o el vino que los lugareños disfrutaban en este mismo momento, antes de marchar a casa a comer, sin duda un excelente aperitivo.
Llegó el turno del plato principal, ¿habéis acertado? Pues efectivamente, como ya me conocéis, no he podido evitar sucumbir a la tentación de disfrutar de una deliciosas chuletillas de cordero lechal, a la brasa. Tiernas y crujientes, muy sabrosas, realzadas con un toque fresco de limón, sigo salivando mientras escribo y recuerdo ese instante en el que durante los pocos minutos que me enfrenté a este plato, disfruté de unas cualidades tan singulares que sólo estas chuletillas son capaces de producirme. La guarnición fue muy mejorable, pero en fin tampoco vayamos a despreciar unas buenas patatas para acompañar en textura a esta carne.
Para poner punto y final a esta buena comida, el postre que pedí fue una bola de helado como si de leche merengada se tratase, con trozos de turrón. Muy bueno, aunque algo pesado y dulce en exceso, para poderlo disfrutar a estas alturas de la comida,
Merece la pena desviarse del camino para venir a expresamente a comer. Su trato y su servicio san estrechamente de la mano a su calidad y su buen precio. Vuelvo a decir, que con apariencia de bar de pueblo, este lugar es un restaurante de buen nivel, con buenas propuestas de cocina tradicional manchega.
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