Restaurante La Carassa, en Barcelona (España)



Restaurante La Carassa, en Barcelona (España)
Fantástico local situado en la calle Brosolí nº 1 del barrio de la Ribera en pleno centro de la ciudad condal, negocio fundado en 1979 por David Gibert i Huch y hoy en día todavía es regentado por esta familia de raíces Suizas... en el que tuve ocasión de ir a cenar el Lunes 26 de Marzo 2012.


Este local nos fue recomendado por un guardia urbano de Barcelona, quien tuvo la simpatía incluso de indicarnos como poder llegar hasta este remoto lugar del casco antiguo en pleno barrio gótico.



La primera impresión que se lleva uno, nada mas entrar al restaurante, es la  adentrarse en una misteriosa casa antigua, con paredes recubiertas de infinito utensilios antiguos, incontables caretas, símbolos étnicos, cuadros singulares y unas mesas y lámparas, tocadas por un estilo singular y muy bohemio.


Tras estudiar con gran atención las propuestas ofrecidas en la carta, finalmente optamos por dejarnos aconsejar de manera muy acertada, por el dueño del establecimiento, ya que ante tanto plato, había que minimizar el riego de cometer errores y procurar optimizar en aciertos.


El primer plato solicitado fue una Fossa Carassa con Aceite, para sumergir hasta alcanzar su punto al gusto gracias a la ayuda de unos pinchos, los diversos trozos de carne de buey, magro de cerdo, pollo, butifarra todos ellos bien condimentados, junto a pimiento y champiñones, acompañado en un plato giratorio situado debajo del caldero de aceite por Siete Salsas caseras diferentes de entre las cuales quiero destacar la de wisky y la de gengibre.



Al mismo tiempo nos fue servido el siguiente plato, Fossa Afrodita, confeccionado a partir de un gran surtido de Quesos Suizos al estilo Raclette, presentado en otro pequeño caldero con sistema de calor por mechero de gas en su parte inferior, sistema empleado también en la otra "fossa" anteriormente citada y esta vez un surtido de langostinos, gambas, sepia y lenguado, ya cocido y dispuesto en el plato formando un corazón, pero sin duda también dispuestos a ser zambullido en el queso.


Tras disfrutar durante mas de una hora, tanto de la calidad de la comida como por las artimañas culinarias, las cuales fueron necesarias de emplear para poder llevarse tales manjares al boca... llegó el momento del postre. La tentación fue inevitable y sucumbimos a las delicias del Bastoncito de Frutas del Tiempo, recubierto por no decir bañado en un delicioso Chocolate Suizo, con un toque de azúcar glas. En su interior se dieron cita variados trozos de Plátano, Fresa, Manzana y Melón. Un plato excelente pero tal vez demasiado consistente para ponerle el broche final a esta peculiar cena.


Por todo lo descrito anteriormente, es obvio saber que es un lugar en el que hay que dejarse caer si se va a Barcelona... pero por supuesto si uno se decide a ir, hay que tener predisposición por querer descubrir un ambiente genuino y original, a la vez de pretender saborear nuevas experiencias.

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